En junio de 2000, cuando la Biblio estaba en suspenso porque nos habían desalojado tres meses atrás,  recibimos la propuesta de cesión de un local donde montar la biblioteca. Hasta ese momento, una de las características esenciales de La Biblio residía en el hecho de okupar, con lo que el tema suscitó un interesante debate sobre la okupación, el compromiso, la autenticidad, la identidad y otras idas de olla, del que hemos rescatado estos cuatro textos.
Al final, de todos modos, la propuesta no siguió adelante por problemas técnicos.

PRINCIPAL
ARCHIVO
AGENDA
LA BIBLIO
ENLACES
CONTACTO
la biblio::archivo
Debate sobre okupación e identidad
texto 1

Estábamos pensando en localizar a nuestro futuro dueño para negociar la permanencia de la futura Biblio y mira por donde es el dueño el que viene a visitarnos y nos dice:"okupad mi espacio. Yo también estoy a favor de los proyectos autogestionados".

Puede que sea porque nos incomoda la obscena novedad de tener a un propietario que está a favor de la autogestión (tan acostumbrad@s estamos a perfilar claramente a nuestros enemigos), o porque nos asusta la idea de no salir con poses lo suficientemente heroicas en las fotos de la historia, o porque quizás pensamos que ese dueño que tan generosamente nos ofrece su local es un pobre oligofrénico que no sabe lo que dice y sería por tanto poco ético aprovechar la ocasión, o porque nos puede el gusto por la aventura y no sabríamos construir la nueva Biblio sin pasar por el rito de la palanca, la tranca y los sacos de dormir (y a lo mejor tan es así que alguna@s estaríamos dispuest@s a pagar veinte talegos al mes por darnos el gustazo de la aventura)[1], o porque nos temamos que la Biblio está tan vacía que su carácter político deriva esencialmente del hecho de pegar patadas a puertas.

Digo: puede que sea por alguna de estas razones o por todas o parte o partes de ellas, pero el caso es que la asamblea de la Biblio está en un tris de decir que no. Aun así, antes de que volvamos a la rutina habitual y todo caiga en el olvido, me gustaría transmitiros unas pocas reflexiones a modo de testamento político.

Empecemos por el final. Para la Biblio, ¿la okupación es un fin o un medio? ¿Cuánto interés perdería una Biblio que no estuviera okupando? Para mí, y partiendo de la idea general de que de lo que se trata no es de entrar en dinámicas de enfrentamiento sino de crear y defender espacios y territorios de liberación colectiva, la okupación no es más que uno de los muchos medios de los que puede dotarse una práctica revolucionaria, y que según el caso puede potenciar esa práctica o lastrarla. En el caso de la Biblio, me parece que su potencial transformador es lo suficientemente grande como para no requerir de acciones simbólicas que lo sustenten. Hace tiempo que pienso en ello y estoy convencido de que una Biblio no okupada no perdería un átomo de su contenido político (y es más, dadas las circunstancias igual ganaría, y es ese precisamente el sentido de este escrito).

Pero todo esto sólo se refiere a su potencia, porque si pienso en su práctica se me ocurre que efectivamente La Biblio perdería gran parte de su razón de ser en el momento en que renunciara a okupar, porque el tiempo ha hecho de La Biblio sobre todo un símbolo, una bonita imagen que dar al mundo: los okupas son buenos, y prueba de ello es que tienen una biblioteca pública con más de 4000 libros. La Biblio era el primer lugar que se mostraba al visitante que entraba por primera vez en el Laboratorio, era el lugar donde se convocaba a la prensa y a l@s vecin@s... en definitiva: La Biblio era tan importante para justificar ante los medios la existencia del centro social que el cabreo que se pillaron cuando nos fuimos estuvo completamente proporcionado. Y si dejáramos de okupar posiblemente ocurriría otro tanto con muchas de las personas que hoy se prodigan en elogios a La Biblio ante cualquier micrófono o cámara que se ponga delante. Y sin embargo, cuántas de estas personas utilizan la Biblio? A pesar de estar rodead@s, por ejemplo, de gente que estudia y que en buena lógica debería interesarse por la existencia de la Biblio, constatamos sin demasiada desesperación que esa gente prefiere madrugar y hacerse un hueco en cualquiera de las bibliotecas del enemigoque venir a la Biblio, porque la Biblio no reúne las condiciones mínimas de habitabilidad, porque los libros tienen escaso interés, y porque como no viene nadie nunca, nos dedicamos a charlar y a hacer pancartas y si viene algún despistado, dura 10 minutos porque no puede concentrarse. Decimos que potenciamos el pensamiento crítico, pero a la gente que más se interesa por el estudio y la reflexión política jamás se le ocurriría buscar materiales en la Biblio, sencillamente porque casi no los hay.[2]

En mí pesan más estas pequeñas constataciones cotidianas que todo el autobombo del que nos solemos rodear: más de 4000 libros, abierta al barrio, cultura popular, documentación variada, libros que no se encuentran... toda esa palabrería de charlatán de feria que acompaña a cualquier okupación. Al principio a lo mejor sólo era un modo de vender la moto a los medios de comunicación para que nos dejaran en paz (hablo de las okupas en general), pero a fuerza de repetirla hemos llegado a creérnosla hasta el punto de reducir al mínimo la autocrítica. Y así nos dedicamos a masturbarnos unos a otros (en sentido figurado, si no aún tendría alguna gracia) mientras nos recreamos en el cuadro tan bonito que hemos pintado.

Vamos dejando pasar nuestra alegre juventú arrastrando la vieja idea de que lo primero es liberar espacios y luego dotarlos de contenido, y cuando por fin se nos ocurre el contenido, la precariedad (la falta de medios y el miedo al desalojo) no nos deja llevarlo a la práctica, y entonces rellenamos los huecos con más y más palabras y construimos proyectos que apenas y a duras penas interesan sólo a quienes los inventan; proyectos que no crean, que no se proyectan, que no liberan gran cosa y que no aglutinan a nadie, con lo cual cada vez es más fácil acabar con ellos porque los desalojos no generan alarma social, y últimamente ni siquiera resistencia, de tanto que ha cundido el aburrimiento. Y con esto volvemos al círculo: más precariedad, menos creación, más aburrimiento, menos gente... más desalojos.

Perplej@s, nos rascamos la cabeza pensando qué es lo que no funciona, y nos repetimos que si aguantamos el tiempo suficiente, algún día saldremos del túnel y todo volverá a ser como antes. "Aún tengo fuerzas para aguantar otro desalojo" es una frase que ignora que son precisamente las dinámicas de aguante las que cavan nuestra tumba en la medida en que nos impiden producir, proyectarnos.

Vuelvo a la Biblio. Uno de nuestros principales problemas es la falta de una definición colectiva del proyecto. Hemos hablado de ello muchas veces, pero las conclusiones se han expresado en unos términos tan vagos que prácticamente podían referirse a cualquier cosa. O a lo mejor es que yo lo he entendido mal, porque ahora me sorprende escuchar cosas como que la precariedad que nos atraviesa forma parte del proyecto, y más aún cosas como que la Biblio ha crecido con cada desalojo. Si los desalojos tuvieran esa facultad, nosotr@s mism@s intentaríamos convencer a l@s dueñ@s de que nos denunciaran. No, La Biblio ha crecido con el tiempo, y lo ha hecho sólo cuantitativamente. Es decir: nos hemos dedicado a acumular libros (cosa por otra parte bastante fácil dada nuestra vocación de vertedero de libros) y ha venido más gente (lo natural, teniendo salida a la calle). Sin embargo, no hemos sacado adelante prácticamente ni uno solo de los proyectos que nos habíamos propuesto desde que yo tengo memoria de la Biblio: edición de textos, edición de revista, página web, cine fórum, clases de castellano, clases de apoyo escolar, conexión a internet, archivo de apoyo a la okupación, base de datos, persecución de moros@s, sala de estudio... no hemos logrado una clasificación útil de los libros y ni siquiera tenemos un criterio de selección de los mismos (recuerdo que hay cajas de libros sin clasificar que existen tal cual desde el David Castilla). Por si esto no bastara, estamos en un punto de costrerío tan inmenso que consideramos que un suelo está limpio si no tiene más de 30 colillas, pensamos que hay luz si una bombilla ilumina lo suficiente como para intuir la silueta de las estanterías, y nos extasiamos ante una pared porque está pintada. ¿Somos imbéciles? Evidentemente, no. Hemos mantenido un proyecto autogestionado durante casi seis años, tenemos muchas ideas, capacidad de trabajo y encima nos llevamos bien y podemos discutir sin llegar a las manos. No conozco muchos proyectos en Madrid que puedan alardear de otro tanto.

Lo que ocurre es que no podemos comprar libros porque tenemos que comprar un generador, no podemos hablar del proyecto porque tenemos que hablar de la denuncia... en resumen, las cuestiones que se refieren a la mera supervivencia (traslado de libros, luz, agua, temas legales, rehabilitación del espacio, pelas) nos quitan los recursos y el tiempo que deberíamos utilizar para construir el proyecto. Hemos querido paliar las carencias a veces con unas cotas de productividad militante rayanas en el plan quinquenal soviético, y últimamente flirteamos con el mundo de las finanzas. Con eso, en el mejor de los casos sacamos adelante alguna actividad puntual o ponemos algún parche, pero no basta para hacer trabajos de más calado (informatizar los ficheros...) que nos saquen de la mediocridad estructural y hagan coincidir mínimamente nuestra realidad con lo que pretendemos de ella.

No lo tenemos fácil, porque estamos embarcad@s en un proyecto que requiere una inversión especialmente grande de tiempo y materiales si se quiere hacer de un modo mínimamente serio, esto es, ajustado a los términos con los que se define.

Decimos que la Biblio es una biblioteca autogestionada, abierta al barrio y que pretende difundir y promover el pensamiento crítico. La autogestión, es decir, la autonomía, es decir, la autodeterminación, no se construye en el vacío, sino sobre las condiciones materiales. ¿Cómo puede autodeterminarse un espacio si depende de que a un juez se le ponga o no en las narices desalojarlo mañana? ¿Cómo puede autogestionarse una biblioteca que no puede elegir los libros que quiere tener? Y precisamente por ello ¿cómo puede decidir que su especialidad es el pensamiento crítico? ¿Cómo podemos aspirar a afectar al barrio si aparecemos y desaparecemos y si a lo mejor dentro de un mes estamos en la Latina y dentro de seis en Vallekas?

La propuesta de L. no es la panacea, pero al menos sí nos ofrece la posibilidad de pasar a otra cosa, de inventar un modo distinto de construir la Biblio, a mi juicio con muchas más posibilidades que un nuevo ciclo de palanca, barricada y tapa la gotera que se moja el libro de actas. De entrada, porque nos va a ahorrar un montón de quebraderos de cabeza en cuestión de infraestructuras y nos garantiza que éstas van a durar: no tendremos que hacer una instalación de luz nueva cada dos meses, por ejemplo, y podremos dedicar ese tiempo y ese dinero a inversiones políticamente más productivas y gratificantes, empezando por los propios libros. Luego está el tiempo. El Estado es todopoderoso porque tiene todo el tiempo del mundo, y los contrapoderes existirán en la medida en que consigan conquistar el tiempo necesario para crecer. Y nos abriremos al barrio siempre que tengamos tiempo para radicarnos en él. Eso sin olvidar que le provocaríamos una úlcera al Manzano, que ya contaba con expulsarnos. Y menciono por último el considerable ahorro en tranquilizantes y alcohol si consiguiéramos acostarnos cada noche sin la punzada angustiosa del quizás mañana todo haya terminado.

Por si quedaban dudas, aclaro que en nuestro caso, no okupar no me parece ninguna renuncia: al contrario, lo que me parece una renuncia es no intentar desarrollar por los medios que están a nuestro alcance todo el potencial radical y liberador de la Biblio y resignarse a la mediocridad impotente, al cascarón hueco de la imagen. Y por eso mismo me importan bien poco las críticas que pudieran hacernos desde las filas del "por qué no lucháis de verdad" o que nos sacaran en el Llar[3] edición especial a dos páginas y en colores.

El compañero D.D. decía que siempre podremos alquilar. Yo invertiría los términos: siempre podremos okupar, pero la oportunidad que se nos da ahora no estará ahí siempre. Experimentemos.

[ir al texto 2]


-------------------------
[1] En el ardor del debate alguien contempló la posibilidad de okupar una casa y luego negociar con la propiedad un alquiler bajo, como de 20.000 pesetas al mes [N.E]. [volver]
[2] El pesimismo de este texto es un recurso estilístico, no hay que tomar al pie de la letra todo lo que dice;-) [N.E]. [volver]
[3] El Llar era un fanzine asturiano especialmente preocupado por denunciar lo que consideraba conductas "desviacionistas" (poco auténticas) dentro del ámbito antagonista. Fue especialmente célebre la publicación de un panfleto anónimo que incitaba a atacar al centro social El Laboratorio. En la misma línea, un@s desconocid@s se dedicaron durante un tiempo a llenar nuestro barrio de pintadas en las que se criticaban las fiestas en los centros sociales y se nos incitaba a "luchar de verdad" en vez de tanta diversión.[N.E].[volver]

>>SUBIR