El malabarista es un estado de la vida, es el momento en el que la ilusión toma cuerpo en un genio danzante que te posee, y que disparando la habilidad permite mantener diferentes cosas en movimiento a la vez. Es cuando la precariedad se vuelve contra sí misma: entonces, si "la precariedad es un frontera que parte por la mitad mi vida"(1), mi vida se convierte en una frontera que parte por la mitad la precariedad, permitiendo a la circularidad que fluya de nuevo.
Equilibrio dinámico, el malabarista es la re-generación de la vida atravesada por una pasión invencible. Su transformismo es parte de su habilidad, como su transparencia para con el rojo de la pasión. El malabarista está dibujado porque la naturaleza imita al arte, la ilusión es el motor más importante de la vida. Ilusión es cuando deseo y realidad se encuentran. Si se encuentran en la realidad la ilusión puede devenir magia (efecto/afecto), o ilusionismo (truco/efecto). Pero si se encuentran en el deseo la ilusión deviene pasión. El rojo es el estallido de la vida, de la pasión donde todo ocurre, incluso el tiempo. El malabarista es el genio danzante que tiene el reloj de tiempo en su mano y baila encima de él. El cuadro verde en la cabeza indica la cabeza fría, ya que la pasión que no es mediada por la inteligencia serena no conduce sino a hundir tu vida en la impotencia.
El reloj tiene una dureza y una resistencia especial: El tiempo es oro. El tiempo oro deslumbra y fascina empujando hacia el futuro el momento de la verdad. Porque como se ha dicho la precariedad es el primer momento de la historia en que ya no puede decirse "cualquier tiempo pasado fue mejor" porque la envidia se ha girado hacia el futuro:
"Contemplo el techo de la estación, melancólica envidia del futuro."
"En el futuro mi casa será mía, pero yo ya no existiré".
El malabarista patina sobre el tiempo, lo supera en velocidad para parar en seco y dar un salto mortal. Invierte la pesadez de tiempo desde el momento en que no quiere salvar la incertidumbre que la precariedad pone en el centro de nuestras vidas (empujándolas hacia un futuro envidiado). Añade incertidumbre a la incertidumbre, pone su propia vida en juego, mantiene en el aire a toda velocidad los contactos fugaces, los compromisos necesarios, los bellos ensayos y los equívocos y equivocaciones.
Si el tiempo es oro el movimiento es poder, y a partir de una cierta velocidad crítica la materia ya no queda sometida a propiedad privada o intercambio económico sino que la mano va más rápida que el ojo y así es como la okupación consigue sacar casas de un sombrero, o cualquiera puede sacarse una baja de la manga. Porque libertad no es poder elegir, sino elegir poder.
La libertad que elige poder no es la simple y ya vieja libertad individual, que si no se encuentra en una posición social ventajosa fácilmente puede quedar en la impotencia de tener que elegir sobre opciones impuestas, obligatorias. La libertad que elige poder – poner en juego la propia vida se funda en el vacío de una decisión individual pero se despliega en una alianza de amigos. Y es que como dice un dicho israelí: el que come solo muere solo.