Hoy existe una posibilidad real de que l@s estudiantes autoorganicemos un aula sin muros. Se trata de compartir nuestras lecturas, nuestros apuntes universitarios, los trabajos de las asignaturas y nuestra capacidad crítica y constructiva para poder crear fácilmente una comunidad universitaria que realmente, y no sólo virtualmente, rompa las fronteras culturales, rectorales, claustrales, decanacales, nacionales e incluso las lingüísticas.
El Poder, esa cosa que hasta ahora hay que escribir con mayúscula, se esfuerza en presentar las nuevas tecnologías como un medio, casi estructural, capaz de romper todas esas barreras e incluso cuantas otras, paradójicamente, el mismo Poder crea y refuerza cada día . Sin embargo, en el ámbito universitario, la información, la comunicación y la puesta en común de recursos y esfuerzos sólo funciona a ciertos niveles, e incluso en esos niveles, parece que pobremente. De toda la comunidad universitaria sólo una parte, la de los profesoresadministrativos, resulta que participan en el diálogo y la comunicación entre las distintas universidades y a un nivel, digamos, más empresarial o promocional que otra cosa. En menor medida los profesores de a pié, los de la pizarra, tienen, en ocasiones, la oportunidad de cruzar hacia fuera los muros del campus, y nada en absoluto ni trabajadores ni alumnos, más allá de unas cuentas becas o de, irónicamente, la recientemente impuesta movilidad geográfica.
La comunicación entre universidades tiene hoy un código y una ley empresarial. Y lo peor es que vamos hacia modelos comunicativos entre l@s alumn@s igualmente salidos de lo peor de la ética de relaciones en el seno del capitalismo. En muchas universidades, precisamente en aquellas que sirven de "modelo", del "mundo desarrollado", l@s alumn@s se ven como competidores, como rivales, como depositorios curriculares en una carrera, esas sí, que empieza el primer día del primer año que ingresan en la universidad. Y hasta esa linea de salida llegan corriendo de un maratón que quizás empieza en la infancia, si es que en modelos educativos de ese tenor se podría llegar a tener infancia alguna vez.
Más allá de todas y cada una de las disposiciones que la lou ejecuta, más allá y más acá de uno a uno los artículos que impone, la lou establece un habitat ideológico que cambiará, a peor, la forma de ser, y eso es lo verdaderamente importante, de la gente que esté en la universidad dentro de cinco, de diez, de veinte años sino lo remediamos.
Una empresa moderna es un clima, cada vez menos un microclima, que moldea a la gente hasta convertirla, digámoslo claramente, en una hija de la gran puta. Del tonto útil al autentico cabrón se establece el escalafón de los puestos de auténtica responsabilidad en cualquier empresa "competitiva", "moderna", "dinámica"... Y eso en la universidad, y por lo tanto desde ya el colegio, significa, ni más ni menos, la destrucción de todo lo que, en lo humano, no es mercado.
Lo que el ministerio entiende por comunidad es, más o menos, la feria del curriculum vitae que cada año montan. Lo que explican que es colaboración interdisciplinar suele tener que ver con que por cuatro duros los mecenas de la universidad, la empresa privada, se queden con las patentes, investigaciones y descubrimientos hechas por la mano de obra barata de becarios y profesores. Lo que el gobierno entiende por signo de los tiempos no es más que la cruz de la moneda.
Y todo esto, toda esta inmensa confluencia de intereses ideológicos, empresariales, religiosos, se puede romper si desde el alumnado entendemos que es posible generar comunidades amplias, horizontales, radicalmente democráticas, y que lejos de ser una utopia nos van a servir para, lo que seguro que a todo el mundo le interesa, aprobar las asignaturas. Dos, aprender, que no es lo mismo. Tres, divertirse, que no tiene nada que ver con irse a las ocho de la mañana a clase.
Las utopías siguen siendo utopías porque las basamos únicamente en nuestra voluntad y deseo, lo que no es poco, pero no parece que sea suficiente. A veces, aún siendo siempre laicas, inmersas en estructuras de tipo religioso que prometen que esa sociedad libre y revolucionaria, no siendo aún hoy, será mañana. Y siempre sobre la base de una comunidad y una sociedad que está claro no es la que ahora existe. Sin embargo esta misma sociedad, por mucho que no nos satisfaga en tantos ámbitos, es capaz de construir aún espacios sin muros entre gentes diversas. Y por encima del muro que a veces también separa a l@s que creemos en utopías de l@s que no contemplan otra utopía que esta, tan posible o imposible como inmutable, entre un@s y otr@s tenemos la capacidad de generar un espacio común, de verdadera comunidad, a base de voluntad, deseo y un sano egoísmo para los que se ven más pragmáticos.
Porque una modalidad de ejercicio de ese pragmático y sano egoísmo está en que le será a todo el mundo objetivamente positivo que su aprendizaje, estudios y notas mejorarían si tuviese y compartiera el acceso a unos materiales de estudio más plurales, con mayor diversidad, pero también mejor organizados y con mayor criterio, y además con la oportunidad en todo momento de comunicar posturas, experiencias, lecturas, modos de ver, sentir, pensar e interpretar las materias.
Esta es la propuesta, la generación en comunidad de un aula sin muros.