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 El Temor de un hombre ante un par de piernas por Paparazzi Kangaroo Yo recuerdo que miraba esos mundos, y palpaba como si te hojeara la vida, enredado en una cama aún adolescente. Y la indecisión me humillaba, mientras habían ojos que me latigueaban ansiosos, esperando que mi lengua se desnudara y evitara arriesgarse a despreciar un segundo de sudor. Y yo me deshacía de miedo. Había tanto de sagrado e inevitable en ese acto, tanta responsabilidad, que los ojos se me deformaban de lágrimas, como si me viera recién nacido, una mujer anhelante, desesperada de ilusión, y yo sintiéndome tan pequeño, tan idiota en esa posición que me acercaba inminente al nacimiento, a la vida, al orgasmo femenino que siempre es un reto inimaginable. El caso es que la vulva estaba allí, como sonriéndome, como invitándome, y mi lengua se escondía miedosa entre mis labios y mis dientes que se cerraban como una caja fuerte. Y es que este endemoniado cunnilingus, su carga, su peso gigantesco que me presiona brutalmente y me siento un obrero demasiado débil, incapaz de levantar todo el deseo de una mujer que me apura con ojos vidriosos y piernas húmedas, me siento tan propenso a decaer, a fallar, a decepcionar, a ver las caras de desprecio que me reprochan como si alguién me hubiese explicado alguna vez, como si hubiese llegado papá un día y me hubiera dicho "Hijo, esto es una vagina. Cuando la veas cerca de tu cara, debes lamer de tal manera", o, "Sí la mujer pone tal cara, manéjate por ese lado". Nada. Nones. Ninguna instrucción. Ninguna enseñanza, tan sólo aprender jugando y esa maldita responsabilidad sobre mis hombros, más bien, sobre mi boca y lengua. Y no es que no haya querido, sino que me dio vergüenza, me cohibí, me dio miedo fallar, hacer el ridículo, o simplemente hacerlo mal. Así es que, como se dieron las cosas, tuve que incorporarme, poner cara de casto e inexperto (lo cual era verdad), y decir que no sé, disculpa, otro día, no me siento capaz, no estaba preparado, no me lo esperaba, sigamos como íbamos, ¿te parece?. Y así perdí mi oportunidad de conocer el sabor literal de la puerta principal del placer femenino, y hasta el día de hoy pienso en una vulva ante mis ojos y tiemblo de dolor. Así es que, a los hombres que se atreven, todas mis felicitaciones y mis disculpas, porque, con más hombres como yo, las mujeres tendrían que seguir haciéndoselo, ritualmente, unas a otras. ---- NOTA IMPORTANTE: Tridente y sus amigos quieren ayudar a gente como Paparazzi Kangaroo en la situación que escribió este texto. Por eso hemos decidido trabajar en una guía para el buen cunnilingus, una guía con sugerencias y consejos, que no un manual, porque tampoco se trata de hacer esto mecánico. Abrimos una invitación a todas las féminas que quieran ayudar a estos hombres (y quizá también mujeres)ansiosos de realizar un buen cunnilingus a que nos escriban contándonos como os gusta que os hagan sexo oral. Para esto hemos confeccionado el siguiente formulario, sólo tienes que rellenarlo, y si quieres ser anónima no es necesario que rellenes el campo "Tu nombre" con tu nombre real. Ahora bien si está entre tus intereses tener un contacto más íntimo con nosotros, los editores de Tridente, puedes escribirnos desde tu dirección de e-mail a tridente@sindominio.net |
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