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UN
POCO DE TEORÍA PARA PEATÓN BONZO
Cada uno y cada una debe descubrir y desarrollar
al Peatón Bonzo que lleva dentro, pero aún así
nos atrevemos a sugerir algunas pautas de iniciación
teórica para el largo camino que supone ser Peatón
Bonzo:
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Peatón Bonzo contempla con pena el estado
actual de nuestras ciudades: no ve niños y niñas
jugando en las calles, observa que todo el mundo va con prisas,
poniendo en peligro la vida de otras personas, por todos lados
la movilidad del que camina está impedida, las aceras
cada vez más inexistentes están llenas de coches
aparcados, las zonas verdes sirven de aparcamientos, no hay
un solo espacio donde pasear tranquilo, las calles son jurisdicción
exclusiva del tráfico rodado, no hay ni un momento de
tranquilidad o silencio, el aire es cada vez más irrespirable,
los políticos solo saben inaugurar rotondas, circunvalaciones,
aparcamientos subterráneos ..., la gente asume sin casi
inmutarse como lo que era una gran ventaja: una máquina
para desplazarse más deprisa, ha hecho trizas la convivencia
ciudadana en los espacios comunes. La calle ya no es lugar de
encuentro de nada, ni de nadie, la calle ya solo sirve para
circular. Ante este panorama, Peatón Bonzo decide ponerse
manos a la obra con las únicas armas que tiene a su disposición:
la desobediencia y el humor.
Peatón Bonzo es ante todo una cuestión
de actitud. Y es esa actitud la clave que debe sustentar a la
desobediencia peatonal. Peatón Bonzo piensa siempre que
nació peatón y que no le han enseñado,
ni le pueden obligar a aprender (y mucho menos a cumplir) las
normas de tráfico. Otra cosa es que las sepa y que eso
le sirva para salvar el pellejo, pero respetarlas no es su problema.
Como peatón no tuvo que pasar un examen, ni tiene un
carnet que le permita caminar por la ciudad o calzarse unos
zapatos, ni que le puedan quitar por saltarse un semáforo
en rojo. Así que Peatón Bonzo ve siempre las normas
de tráfico como algo un tanto ajeno a su persona, algo
que no le incumbe en demasía (aunque sabe que es útil
saber manejarse con ellas).
Peatón Bonzo tiene siempre presente que
las personas en cualquier momento son peatones, es decir el
ser peatón es lo realmente mayoritario, y por tanto Peatón
Bonzo nunca se siente solo ni en minoría. El estar motorizado,
es decir el tener coche y poder utilizarlo, es solo la oportunidad
de una minoria. Eso sí una minoría ruidosa, apestosa
y molesta, pero muy bien promocionada por los medios de comunicación
y muy favorecida por los intereses de las grandes compañías
(las petroleras, las automovilísticas, las constructoras
de grandes infraestructuras, las gestoras del transporte ...)
y por los grandes partidos políticos que no conocen de
otra política que la “política autista”
es decir aquella que solo piensa en el auto, la política
de favorecer la movilidad motorizada y privada a costa de lo
que sea (guerras, agotamiento de recursos, siniestralidad, pérdida
de espacio ...). Peatón Bonzo no necesita de petróleo
para moverse por tanto no justifica guerras, Peatón Bonzo
no hace ruido ni emite constantemente humos malolientes (a veces
sí, pero sus gases no provocan cancer solo peste pasajera),
ni por supuesto Peatón Bonzo camina a tan alta velocidad
que suponga un peligro mortal para los otros viandantes, además
Peatón Bonzo ocupa aproximadamente lo mismo que una persona
normal y por tanto no molesta en ningún lugar en que
se quede estacionado.
Peatón Bonzo piensa que la ciudad está
invadida por una serie de máquinas peligrosas, ruidosas
y humeantes, que tienen esclavizadas a muchas personas que sin
saber cómo se ven obligadas a permanecer muchas horas
en su interior. Estas máquinas llamadas coches ocupan
cualquier espacio de las ciudades y cuentan con el beneplácito
y apoyo de las fuerzas políticas. Peatón Bonzo
no solo quiere defender su espacio y su persona, sino ayudar
a todas esas personas esclavizadas por el yugo del coche, que
trabajan para pagarlo, se hipotecan, arriesgan su vida, y ponen
en epligro la tranquilidad de sus conciudadanos y la suya propia.
Todo como consecuencia de dejarse arrastrar por un estilo de
vida que podría denominarse la “hipermovilidad
compulsiva”: todo muy rápido y muy lejos. Según
este modo de vida la felicidad siempre es lejana y se adquiere
al buscarla con rapidez. Lo mejor es lo que viene o va muy lejos.
Por supuesto mejor lo rápido que lo lento, a costa de
lo que sea. Se ha perdido el gusto por lo cercano y lo pausado.
Peatón Bonzo no tiene prisas y gusta de preocuparse de
su calle, de su barrio, de su ciudad, del paso de cebra más
próximo.
Peatón Bonzo cree que esta maquinaria
infernal que nos invade (la marabunta de coches) se sustenta
en buena parte en la gran presión de la publicidad comercial.
Junto con el coche flamante viene (supuestamente) la chica mona,
el chico guapetón, la familia feliz, la casa maravillosa,
la eterna juventud, las sonrisas blanquísimas, la velocidad,
el confort, la autonomía, la libertad ... todo mentira.
Lo que viene son gastos, quebraderos de cabeza para aparcar,
malos humos y broncas, apoyo inconsciente a las guerras por
petróleo, etc... Por ello Peatón Bonzo se plantea
como estrategia de lucha la contra-información buscando
señalar las asperezas del coche y fomentar y afianzar
la dulzura del caminar por la ciudad.
Un par de palíndromos bonzos para finalizar:
Nota épica: nací peatón
Oiré la voz noble del bonzo Valerio
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