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UNA
NOTICIA PUBLICADA EN EL ABC
ABC [Viernes 11/04/03] [13]
Redacción.-
Las últimas novedades de la movilidad peatonal en Sevilla
arrojan luz sobre las nuevas tendencias en la resolución
de conflictos. Los conflictos no se median, ni se resuelven,
ni se remedian, se revuelven. ¿Cómo? Pues arremangándose
y poniéndose a la faena.
El conflicto peatón-coche, hasta ahora
siempre resuelto de forma ventajosa para la máquina,
ha tomado un nuevo rumbo. El coche, que había adquirido
rango de soberanía (déspota y arrogante sin duda)
durante décadas, contando con el pavor de los peatones
a bajarse de la acera por el miedo a ser atropellado, ve a partir
de ahora peligrar su corona.
Al día de hoy, muchos conductores de
Sevilla no se atreven a coger el coche, se lo piensan dos, tres
y hasta cuatro veces antes de poner en marcha el motor de su
vehículo. En caso de ser muy inevitable su uso (o así
creerlo, pues inevitable, lo que se dice inevitable, nunca lo
fue) circulan con la mayor de las precauciones posibles, a menos
de 20 Km/h, pasan los pasos de cebra muy despacito casi con
miedo, se paran e invitan a los peatones a cruzar. A ninguno
se les ocurre molestar con sus ruidos y malos humos a las personas
de bien que han decidido dar un simple paseo por su ciudad para
tomar el sol y el aire. Ya ni se plantean la posibilidad de
aparcar encima de una acera o en una zona verde. Muchos incluso
han empezado a vender sus vehículos o mandarlos seminuevos
al desguace, y han decidido obtener el bono mensual del autobús
o incluso volver a montar en bicicleta, después de tantos
años. Pero sobre todo empiezan a redescubrir el placer
de caminar por la ciudad, por cualquier parte de la ciudad,
no solo por los parques temáticos de orientación
turística y consumista.
Todo esto por qué. Pues simplemente por
una nueva transformación silenciosa y difusa de la percepción
sociosomática de la ciudadanía: el miedo del peatón
se ha esfumado. Sí, esfumado, como lo leen, y además
así, de repente. Los miedos lo mismo llegan que se van,
y el miedo del peatón se ha ido.
Un recorte de prensa, nunca publicado pero si
tan real como cualquier sentimiento (la no materialidad no lleva
implícita la falta de realidad), nos contaba hace unos
meses (ABC del Jueves 21/11/02) los antecedentes de este nuevo
cambio psicosocial. Peatón Bonzo es como se conoce a
este nuevo referente urbano. Dicho recorte nos hablaba de varios
peatones semisuicidas que tras ser ‘atropellados’
en diversos pasos de cebra, se daban a la fuga, provocando en
el conductor y el vehículo daños de cierta consideración.
Ya son muchos los peatones que se han hecho
Petón Bonzo y se han decidido por la "autoinmolación".
Sí, sí como suena: “auto inmolación”,
que no es meterse fuego a uno mismo, sino "meterle fuego"
a los autos, pero sin contaminar, que lo que sobran son fuegos,
explosiones y malos humos.
Peatón Bonzo no tiene aún ningún
gran teórico, ni ningún emblema o totem que los
represente, y al parecer ni lo necesitan ni lo quieren, pero
no les cabe duda de que el rumbo histórico les pertenece,
sienten que es hora de la desobediencia peatonal, que ha llegado
el momento de la rebelión urbana y por ello pueden sin
ningún tipo de vergüenza apropiarse de otros referentes
históricos. Como ellos dicen:
Si Cervantes hubiera vivido en cualquier
ciudad de hoy día, habría escrito <<Don
Ciclote de la Calle y Sancho Bonzo>> que empezaría
así: "En un paso de cebra de cuyo nombre ya no quiero
acordarme, un peatón gordito se me estampó de
repente encima del parabrisas del coche, mientras un ciclista
me atravesaba con una lanza la luna trasera haciéndomela
añicos..."
Si Marx hubiera conocido el estado actual de nuestras calles,
hubiera empezado su obra El Capital así: "Un nuevo
fantasma recorre las calles de todas nuestras ciudades: es el
fantasma del Coche, el sumo instrumento del Capital".
Martin Luther King hubiera arengado al pueblo diciendo "Ayer
tuve un sueño, soñé con unas calles amables,
soñé con niños y niñas jugando a
la comba y al escondite, soñé con tertulias de
acera, con sillas sacadas a la calle, con aire limpio y tranquilidad.
Soñé con pasear por las calles con mis hijos (si
los tuviera) ..."
Ghandi nos hubiera mostrado las mejores formas de derrotar a
este imperio ruidoso, agresivo y peligroso que domina nuestro
espacio público. Hubiera dicho: “Para el conductor
nada es bastante, así que nada le es suficiente, por
tanto no les permitamos más, pues su ansia de espacio,
velocidad y recursos es insaciable. Todo lo que come el estómago
del conductor se le roba al hambriento peatón”
Rabindranath Tagore hubiera escrito el siguiente aforismo: “Prefiero
morir atropellado por el coche del poder que ser un conductor
cualquiera, por eso me hice Peatón Bonzo”....
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